Descenso del río Czarna Hańcza

El tiempo fue estupendo. La primera vez que hice un descenso del río Czarna Hańcza fue hace un año. Me gustó tanto ese río que ya entonces deseé mostrárselo a Justina. Este año mis sueños se han cumplido. Y hay mucho para enseñar allí, ya que el valle del río Hańcza es maravilloso. Es un río poco profundo, con la multitud de meandros, de superficie plana de agua casi cristalina y de la corriente muy rápida. Navegando, a pesar del dolor de los músculos de las manos producido por el remo, se siente un relajamiento psíquico extraordinario. El contacto con una naturaleza tan bella, por cierto, mejora el estado de ánimo e inclina a ver el lado positivo de la vida.

A Augustów fuimos con nuestros amigos. Tuvimos que salir de Białystok a las 6.30 de la mañana – era una excursión de 3 días, pero hicimos las maletas todo la noche y por la mañana todavía teníamos algo para llenar la maleta. Pero ya que el equipaje iba en el coche y no teníamos que levantarlo o tirar detrás de la canoa, pudimos llevar todo lo que queríamos. Fuimos los primeros en llegar a Szot (una empresa turística), la gente empezó a llegar más o menos a las 10.30.

Los organizadores del descenso nos llevaron en el autobús a Wigry y nos dejaron debajo del monasterio de los Camaldulenses. Allí echamos al agua un buque y nuestra aventura empezó. Ese fue uno de los descensos más grandes – se puede decir que el más grande en su historia de 13 años – participaban 37 personas. Navegó con nosotros Piotr Markiewicz, el ganador de medalla de oro en piragüismo en Atlanta. ¿Si nos sentimos más seguros gracias a él? El río era bello y también peligroso, había muchos remolinos y árboles o raíces derrumbados por las tormentas, pero de todos modos, toda su longitud la poseíamos nosotros, en todas partes, en unos arbustos se podía notar una canoa amarilla característica. Vigilar un descenso tan grande rayaba con el milagro.

La primera noche tuvimos fuego de campamento y salchichas. El segundo día fue tan bello como el anterior. Aun logré hacer una foto de una garza en arbustos (vimos más en el camino, pero las garzas son unos pájaros muy espantadizos, difícil de fotografiar). Justina, sentando a su gusto en la proa de canoa, rodaba una película de naturaleza. Lo pasamos bomba. Por la tarde tomamos aun una ducha romántica en el mesón “u Bociana” (“en casa de Cigüeña”), pagando sólo 5 zloty por persona.

Por la noche, más o menos a las 9, fuimos al pueblo Głęboki Bród al concierto de jazz “Jazz na Buduku”, organizado, como sí tuviera lugar en un granero.

A las principales atracciones del programa se podía incluir Orquesta Klezmarska (una orquesta de músicos de origen judío que vivían en Cárpatos) del Teatro Sjeneński, el grupo de “Academia del Movimiento” u Open Trio (vibráfono, contrabajo, guitarra).

El tercer día – más largo, a pesar de las apariencias, no fue tan difícil. Antes de salir de la tienda de campaña de nuevo, tuvimos un bautismo de batalla – comenzó a llover de verdad. Después de una hora de espera, cesaba de llover lentamente y el sol empezó a atravesar las nubes. Eso no duró mucho, ya que después de unos kilómetros comenzó a llover otra vez. Eso fue una nubada de verdad. Como el capitán de la canoa no 86 ordené la evacuación a la orilla. Nos acercamos al camping, saqué la canoa al borde del río, la aseguré y nos guarecimos de la lluvia debajo de un tejadillo. Después de unos minutos, se unieron a nosotros unas otras canoas, sin embargo, ellas no pertenecían a nuestro grupo. Esperamos hasta la 12.30 – es decir, más o menos una hora desde la salida al borde del río. Cuando el cielo empezó a despejarse, proseguimos nuestro camino. Durante el resto del día, a pesar de las nubes oscuras, no llovió.

La línea de la orilla del río Hańcza es excepcionalmente bien acondicionada para el turismo. Navegando a lo largo de su corredor se puede abordar en muchos puentes o plataformas. De vez en cuanto, detrás de una curva se puede encontrar una abuelita con pasteles, muchas veces de bayas y con vinos caseros de todo tipo – es otro valor agroturístico local. Había gente que tenían gusto en esos manjares (tenemos también una hipótesis que no tenían más remedio, ya que se les acabaron las reservas de comida), nosotros fuimos más precavidos. De todos modos, no había víctimas, llegamos todos al lugar de destino. A lo largo del todo el río hay multitud de campings para los turistas, en algunos incluso se puede alquilar una casita o habitación.

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