Gdańsk

Estar de prácticas tiene sus lados positivos, pude salir del trabajo una hora antes. A las 3 de la tarde ya estuve en casa de Justina. Discutimos rápidamente todos los asuntos, retocamos nuestro plan. Una hora cero eran las 7 de la tarde – en la estación de trenes.

Y sucedió así. En la estación no había colas, pues pude tranquilamente informarme otra vez sobre las comunicaciones. Aprovechando el rato hasta la partida del tren, fuimos a comprar algo para comer para el viaje.

Por suerte, el tren acelerado a Varsovia no era atestado de gente. Lo que no se podría decir de la relación Varsovia – Gdansk. Según se vio, iba desde Cracovia y era tan abarrotado que el hecho de que nos metimos dentro rayaba con el milagro. Al principio estaba preocupado de que iríamos a estar solos en la estación del Este a horas avanzadas, donde esperamos más o menos una hora. Se habla tanto de los pillos en las estaciones por la noche. Pero todo fue tranquilo.

A Gdansk llegamos unos minutos después de las 4 de la mañana. Dirigimos nuestros primeros pasos a la información. La única comunicación razonable fue a las 2:50 de la tarde. Para el tren siguiente tendríamos que esperar hasta 0:50. Esperar en esta estación probablemente no fue una de las atracciones locales. Voy a omitir las descripciones.

Llegamos muy pronto. Paseando por el Casco Viejo vimos como se despertaba la ciudad. Los propietarios de tabernuchos numerosos acababan de salir perezosamente mirando el mundo alrededor. Para un desayuno auténtico tuvimos que esperar. Nos fuimos pues a la orilla del río Motława al fin del camino, nos sentamos a las escaleras y empezamos a jalar bocadillos con queso. Aún era muy temprano. Los únicos parroquianos en esas partes a esas horras eran los gatos, que daban la vuelta por sus distritos, aprovechando de que no había turistas.

Yendo a largo de la orilla del río en dirección hacia astillero viejo encontramos un banco. Se hacía ya calurosoamente. Nos sentamos y mirábamos al mundo medio dormidos. En un momento, Justina se acostó cómodamente en mis rodillas y se puso a dormir tranquilamente. Así durmió hasta las 8. Alrededor se empezaba notar mayor tráfico. La gente llevaba los perros a pasear, servicios de limpieza barrían basuras. Nosotros también tuvimos que movernos. Fuimos de nuevo en la dirección hacia Neptuno. Uno de los propietarios de tabernuchos nos informó de una tienda de comestibles cercana. Esa información era importante sólo porque el agua mineral era allí 5 veces más barata que en un tabernucho. Compramos allí también unos buñuelos. Fuimos a comerlos bajo de una iglesia enorme, que según se vio luego, fue la Iglesia de Nuestra Señora, la más grande en Polonia. Después de desayuno comenzamos a recorrer Gdansk.

Se presentaron a nuestros ojos cruzamientos de callejones numerosos, y a sus ambos lados unas seculares casas de vecindad de estilo. Un gran número de tabernas, talleres de artesanía, un colorido extraordinario de ornamentos viejos. Todo fabuloso.

Paseábamos por los callejones, entusiasmándose con la belleza de los lugares a cuyos lados pasábamos. A las 10 de la mañana, dirigimos nuestros pasos hacia la Iglesia de Nuestra Señora. Es allí, exactamente en su torre, donde se encuentra un punto panorámico. La torre misma, cuenta muchísimos escalones. Fuimos una media hora para llegar al final, a través de varias combinaciones de corredores, a la planta más alta. A veces me parecía, que las partes particulares de esta maravilla de arquitectura se apartaban o temblaban. En un momento mis piernas empezaron a temblar de miedo y el corazón a latir unas veces más rápidamente. Una obra de arquitectura impresionante. Desde la torre se nos presentó un panorama extraordinario de Gdansk. Por fin pudimos ver desde arriba el mar, el astillero, el Casco Viejo y muchos otros lugares. Maravillosamente, pero no voy a ocultar que también un poco pavoroso. Bien, que todo fue tan a fondo rodeado con unas rejas y redes de alambre.

Después de bajar, visitamos la iglesia. Luego decidimos a comprar unas tarjetas postales y enviarlas a la familia y amigos. Así hicimos. El tiempo era estupendo. A pesar de bochorno, se sentía un viento bastante fuerte. En el paseo, la calle Długa, es decir el lugar central del Casco Viejo, se reunía una muchedumbre de turistas. Hasta nos pareció raro, que no más que unas horas antes sólo nosotros callejeábamos allí.

El tiempo pasaba y también nuestra excursión. Al fin tuvimos que volver a la estación. Nuestra situación era buena, solo porque viajamos en un tren expreso y tuvimos asegurados los asientos. A casa llegamos a las 9:30 de la tarde.

(2002)

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